Esta alejada aldea se compone de un grupo de cortijos muy diseminados que antiguamente reunían a medio centenar de personas, y que hoy se encuentran prácticamente deshabitados.

Se esconde en lo más profundo del valle del Guardal, en un área arbolada justo al pie del Cerro del Cubo, el punto culminante del municipio (1369m). Tiene ermita, y todavía celebra sus propias fiestas patronales.