Nombres tan míticos como el Sahara, Arizona, o Atacama despiertan sensaciones que muy pocos tienen la posibilidad de transformar en percepciones reales. Para ello, quizá no sea necesario viajar hasta África o recorrer América, pues, entre las sierras del Sureste Ibérico, se abre la aridez descarnada de una zona bien peculiar, un modelo que los geógrafos llaman Bad-lands (Malpaís). La zona más espectacular se sitúa en el margen izquierdo del Río Galera, en un territorio conocido por los lugareños como “Los Barrancos”.
Para entender como se formaron, hay que retroceder unos 100.000 años en la historia, cuando comenzó a desecarse un gran lago de aguas semi-saladas que ocupaba la zona central de este territorio, y quedaron al descubierto materiales sedimentarios muy frágiles, que poco a poco fueron arrastrados por el agua de los ríos. El de ese proceso se traduce en un interesantísimo paisaje estepario surcado por cárcavas y cañadas de aspecto lunar, sin duda uno de los que más sorprende encontrar en Europa.
En la actualidad y debido a su gran fragilidad, la altiplanicie, que en su día fue el fondo del lago, sigue en pleno proceso de erosión y de transformación. Gracias a sus excepcionales condiciones de visibilidad y desnudez, ofrece una valiosa oportunidad de entender los diversos procesos geomorfológicos que lo han generado. Aunque las áreas de vegetación natural se reducen hoy a unos pocos enclaves (la mayor parte de los terrenos llanos se encuentran cultivados), se caracterizan por la práctica dominancia de espartales y matorrales, frente a la ausencia de árboles o arbustos. Se asientan sobre suelos en general muy pobres y con altos niveles de salinidad, y dan lugar a interesantes endemismos.
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